sábado, 29 de septiembre de 2018

FALDA DE LA ALEGRÍA





Cuando inicié el Posgrado en UNIVIDA, Campinas-Br, marzo de 2017, una de las actividades que más encantaba mis sentidos era cirandar (Ciranda: ronda cantada) y realizar la ronda cantada con una falda colorida.
- Yo quiero una en Paraguay-fue lo primero que dije y lo primero que hice al retornar a mis pagos.  Contraté una modista que me confeccione una falda de 3 metros.  La primera falda, esperada ansiosamente, fue una decepción, no interpretaron lo que pedí.
Una amiga narradora de cuentos, Cândida Figueira,  me pasó el tamaño, los cortes, el modelo, y lo intenté nuevamente, segundo intento.  Fracaso por segunda vez y ya con pérdidas económicas en metros y metros de telas desperdiciadas.
Estaba como una niña que quiere y pide  un juguete y no lo consigue.   Llegaba hasta la frustación:
- quiero una falda cuenteraaaaaaaaaa...
La misma Cândida, ya afligida con mis frustraciones de tener mi falda cuentera, buscó una modista en Brasil, la encuentra, me pasa el dato y no pasó 24 hs, ya había hecho el pedido.  El siguiente módulo era fijado para la entrega.  El detalle que no tuve en cuenta es que la modista era de otra ciudad (2 horas de viaje aproximadamente), y que el siguiente módulo coincidía con compromisos en Paraguay y no pódría retirarlo. 
Andrea Celegato, era el hada que estaba cosiendo mi falda soñada.
Otra compañera, Janice Castro, se encargó de retirarla durante mi ausencia en Brasil.
Tuve que esperar dos meses para poder tenerla conmigo.
Cuando me la entregaron, tomé en mis manos la bolsa que la contenía, la apreté contra mi pecho y casi lloro de emoción, aún recuerdo los galopes de mi corazón.  Por fin tenía mi falda cuentera! y esa falda venía a Paraguay para jugar con los niños/as.... tenía un elemento más para hacer volar nuestra imaginación, bailar, cantar, vivir. 
Contuve mi ansiedad y dije: "la voy desplegar durante el taller, en presencia de mis compañeras y de Suzana".
Ese día tenía que facilitar un taller a Gestión Cultural y estaba segura que estarían todas mis compañeras.
Así  fue,  abrimos la falda, cantamos y cada una fue bendiciendo con palabras de buen augurio ....
Lloramos, nos emocionamos,..... gratitud a la vida.
De esta manera, con bendición cuenteril, iniciaba el taller.
Y así inicia esta histori con mi falda de la alegría y que ahora ya la tengo en Paraguay.




Ese compromiso con el arte.  No existen fronteras.  El idioma no es obstáculo, es solo un puente de corazón a corazón